Un martillo arrojadizo
El vecindario de A Saceda cuenta que los mouros (los habitantes míticos de este territorio en la antigüedad) lanzaban un martillo desde A Igrexiña dos Mouros (un posible castro situado en la Serra do Larouco) hasta A Cidá da Saceda; de aquí lo volvían a arrojar hasta O Madorriño. Desde aquí sería lanzado por última vez hasta A Cidá de San Millao.
Esta leyenda, como todas las leyendas, esconde una parte de verdad:
1. Que los yacimientos arqueológicos más destacados sobre el territorio nunca pasaron desapercibidos para la gente, que los dotó de leyendas que explicaban de forma mítica su origen y función.
2. El martillo del que habla la leyenda quizás tenga algo que ver con la misma herramienta con la que aparece representado el altorrelieve de una figura antropomorfa que aparece reutilizado en la iglesia parroquial de Vilar de Perdizes (Montalegre; Portugal). Es posible que se trate de un dios prerromano que exhibe dos atributos que fueron muy valorados desde la antigüedad: la virilidad / fertilidad (de ahí que sea representado con un falo de gran tamaño) y la destreza en el manejo del martillo de guerra o de la forja; podría tratarse de una deidad indígena galaico-lusitana equivalente al dios galo-celta Sucellus, el nórdico Thor, el griego Hefesto o el romano Vulcano.